En la Metafísica de Aristóteles se encuentran diversas definiciones de la metafísica como ciencia. La metafísica considerada como «aiteología» es la ciencia de las causas supremas (A, 1). Como ontología es la ciencia del ente en cuanto ente (G, 1). Como teología es la ciencia de las cosas divinas (E, 1) y como «useología» es la ciencia de la sustancia (Z, 1). A través de la historia las posiciones en cuanto a estas definiciones han sido diversas. De hecho, algunos consideran que en la Metafísica de Aristóteles se encuentran cuatro metafísicas distintas; mientras que otros piensan que las cuatro definiciones se integran para formar una sola metafísica. La metafísica encuentra su unidad de la siguiente manera: la ontología y la useología poseen universalidad de predicación, mientras que la ontología y la useología son universales por causalidad. De esta forma, el subiectum de la metafísica sería en el ente en cuanto ente, ahora bien el ente se dice...
Es por una mezcla de colonialismo, narcisismo y ansiedad de la influencia que buscamos inteligencia en el espacio para “no estar solos en el universo” mientras negamos violentamente la de los millones de criaturas que nos rodean. Nuestro sentido de la vida depende de que seamos los protagonistas en la gran novela de la creación. Si somos actores secundarios con el resto de la plantilla, ya nada tiene sentido. El precio de quedarnos en la casa es nominar a todos los demás. El problema más grave al que se enfrentan los materialistas -donde destacan Richard Dawkins, Steven Pinker, Christopher Hitchens y Daniel Dennett- es que la primera consecuencia lógica de sus presupuestos es la Singularidad. "Una vez la tecnología nos permita re-ingeniar la mente humana –escribe Yoval Noah Harari en su último bestseller Homo Deus – el Homo Sapiens desaparecerá, la historia humana habrá terminado y será el un proceso completamente distinto que escapa a nuestra comprensión”. En otras palabras...